De la bancarrota política a la bancarrota educativa

Siempre pasando por la bancarrota periodística… Pero qué manía tienen algunos en suscribir que todo lo que no funciona en educación es consecuencia de la pedagogía, la cual llamándose así es siempre antipedagogía, o mala educación, a su juicio.

bestia

No me sorprende leer en El Mundo un artículo sobre quienes separan la mala pedagogía, o antipedagogía, de la buena pedagogía, haciendo juicios a la ligera sobre los pedagogos, aquellos que, según ellos, han destrozado la educación en este país, probablemente también en el resto, de aquellos buenos educadores que no son más que víctimas de la que se considera ponzoñosa pedagogía.

De manera sencilla me gustaría reflexionar sobre algunas de estas cuestiones:

  1. Tan a la ligera que parece malintencionado cuando se arremete contra la pedagogía y se califica a la misma como veneno de la educación. Si la educación es buena, ahí están los profesionales que la hacen posible, psicólogos, orientadores, médicos, sociólogos, también los amateurs, los padres. Si la educación es mala, no quepa duda de que la responsabilidad es de todos los pedagogos, de quienes se dice han colocado dinamita en el sistema escolar hasta acabar con él. Esta visión no sólo es un error, es también un planteamiento perverso.
  2. Por lo general el político, que ha usado, como mínimo, en los últimos 50 años la educación de forma partidista y hasta deleznablemente sectaria, se va de rositas, haciendo responsables del destrozo, que otros, no ellos, llaman como tal, a todos menos a quienes legislaron en educación, los políticos, lavando sus manos de manera frívola e irresponsable.
  3. La ayuda de otros en la trascendente tarea educativa ha sido desigual, en ocasiones brilló por su ausencia cuando no su contribución fue de desprecio absoluto a los principios educativos más elementales. En especial los mass media, y en concreto en nuestro tiempo la TV, han ahondado en la brecha entre la educación y la mala educación, aportando múltiples ocasiones para esto último. Si la dicotomía era educación o consumo, apostaron siempre por esto último, sacrificando la primera por lo segundo de forma frenética y desmesurada.
  4. El panorama educativo es muy complejo y responsabilizar del fracaso educativo a los pedagogos es algo de poco recorrido si se busca la verdad, si bien malicioso por cuanto supone arrojar no sólo dudas sino también odio injusto sobre una profesión que, como otras, tiene sus virtudes y defectos.
  5. La ley educativa actual (en España), como las anteriores, es tan flexible y permite tanto la autonomía del docente, el fomento de la creatividad, la capacidad de innovación, la motivación en el aula, el trabajo para mejorar la concentración y la capacidad de atención del alumnado, el desarrollo de su competencia emprendedora, etc., que si esto no está pasando en las aulas es porque los principales agentes dinamizadores de la escuela, los docentes, o no saben o no quieren o, también, no les dejan llevarlo a cabo. Hace algunos años me dijo el hijo de un maestro, de esta forma daba más valor a sus palabras, que con la LOGSE los niños nunca aprenderían a escribir correctamente. ¿Alguien quiere decirme en qué lugar de la ley se afirma una cuestión semejante? Sobre esto hablaremos otro día…

Ahora se propone cambiar la LOMCE, claramente porque proviene del partido político opuesto, sin explicar a nadie que es complicado encontrar diferencias entre la misma y la LOE (ley anterior a la LOMCE). Las anteriores no han permitido bajar del 25% de media la tasa de abandono temprano ni de fracaso escolar en los últimos 30 años. Luego volvemos a los puntos anteriores, no hay ningún interés en que esto cambie, los políticos se van de rositas y sobre otros existen serias dudas sobre si aporte ayuda o entorpece la situación. Mientras, se avisará al mundo de que el mal está encarnado por el antipedagogo, esa bestia que acabará con la educación. Lamentable.

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