Cuando aquel alumno me dijo que la violencia es relativa, yo me acuerdo del atentado de Barcelona

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El reciente atentado en Barcelona me hizo recordar algo que me ocurrió una vez en una de mis conferencias. Aún estamos impactados por lo ocurrido en este atropello masivo en las Ramblas de esta hermosa ciudad, la más visitada de España. El conductor de una furgoneta de alquiler mataba a 13 personas y hería a más de 100, de entre ellos 15 en estado grave. Es ésta una forma terrible de violencia que causa un enorme dolor y no podemos dejar de reflexionar sobre todo ello y la educación. ¿Qué estamos haciendo?

Atentado, violencia, educación, valores

Siempre me preocuparon los valores, considero que es un tema central en la educación de las personas.

Uno de esos valores es el del respeto y es, además, central en la educación. Te recomiendo este artículo donde planteo el tema de Educar en la cultura del respeto.

Recuerdo impartir hace unos años una conferencia en la Universidad Autónoma de Asunción (Paraguay). En ella hice una afirmación sobre los valores. Usé unas palabras de Emmanuel Mounier. Dije:

—Por lo general sabemos cuándo lo que pasa hiere la dignidad de la persona.

Puse algunos ejemplos. Hablamos en particular de la violencia contra las personas.

Un alumno internacional levantó la mano y me dijo:

—Profesor, todo eso es relativo, depende del significado que cada uno le dé a las cosas.

No lo decía como dato, lo decía como convencimiento. Tuve una situación privilegiada para observar cómo muchos se miraban con asombro. Desde arriba se ve todo. Pero no todo fueron cruce de miradas, también estuvimos discutiendo un rato, con buen tono siempre. Sin embargo, no nos pusimos de acuerdo. Todos amigos. Buen rollo.

rambla barcelona atentado
Rambla de Barcelona. Foto: http://www.autobild.es

Buen rollo, hasta que deja de haberlo

¿Por qué digo esto? En primer lugar porque es una realidad que distintas formas de violencia existen en el mundo. ¿Quién puede negarlo? El problema es el significado que le damos a todo ello. Para unos son un medio, para otros un fin. Para otros algo que acontece sin más, algo inevitable. ¿Qué puedo hacer yo? ¿Todo eso ocurre tan lejos de mí? No me afecta, no sé qué hacer… Tengo derecho a vivir feliz sin problemas.

Todo eso forma parte de nuestro vocabulario. Todo forma parte de nuestro imaginario. Todo esto es una manera de afrontar la realidad. Cierto. No parece haber drama para algunos. El problema es que existe y que nos acompaña.

Que te lo cuente alguien que ha leído sobre el tema está bien, pero que dé su testimonio alguien que lo ha vivido llena de sentido la realidad. Hoy tenemos muy presente lo de Barcelona. Recuerdo que un croata nos contaba lo siguiente sobre la Guerra de Yugoslavia en un Congreso de Educación para la Paz hace unos años:

—De la noche a la mañana empezamos a oír unos mensajes muy raros que nos llevaron a odiarnos unos a otros. Hasta ese momento el que vivía frente a mi casa era mi vecino y hasta mi amigo; ahora se convertía en mi odiado enemigo. Repito, pasamos todos a odiarnos de la noche a la mañana.

El resto de la historia ya la conoces. Miles de muertes, violaciones, desgarros familiares, odio y destrucción.

Reflexión y acción en el terreno apropiado: la educación

Hay que recordar que el buen rollo es buen rollo hasta que se acaba. Y como bien sabes, suele acabarse, porque se termina la función, porque se acaba la fiesta, porque otro viene a reventar este momento que pensamos será para siempre.

Pero nada es para siempre, sólo la educación lo es. Mira la historia y verás.

A estas alturas, pedir reflexionar profundamente sobre lo que ocurre puede parecer pura veleidad. Pero hay que hacerlo. Leí hace muchos años un impactante libro para mí, La nueva Edad Media. El gran vacío ideológico, del sociólogo francés Alain Minc. Te dejo este texto suyo sobre el avance de las zonas grises por todos lados (yo no pierdo nunca la esperanza de que el algún momento se cambie de rumbo):

«El gris avanza por todas partes, en los territorios, en las sociedades y en las realidades virtuales, por ejemplo, el mundo financiero, estableciendo unas distinciones cada vez más tenues entre lo permitido y lo prohibido, entre lo moral y lo inmoral, entre la autoridad legítima y los poderes ilegales, entre lo oficial y lo oficioso… Las instituciones permanecen ajenas a esta conmoción. No se dan cuenta de que, a escala mundial, son ya minoritarias y que, incluso en Occidente, se les escapa y no controlan una parte cada vez mayor de la sociedad. Por mucho que el Estado quiera mostrarse puntilloso y omnipresente, la verdad es que está en retroceso. Pierde terreno en todas sus funciones sociales y represivas, incapaz de enmarcar una realidad que vuelve las reglas de funcionamiento más primarias y elementales. Las normas jurídicas parecen en pleno crecimiento, pero en realidad sólo sostienen el funcionamiento de la sociedad oficial. Los procedimientos sociales parecen cada vez más completos, pero ‘cada día se les escapan nuevas capas sociales. La represión pretende hacer frente a las normas de delincuencia más sofisticadas, pero tiene que cohabitar con una ilegalidad en franca expansión».

DEP tantos y tantos en Barcelona.

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