Cuando pienses que todo está perdido, ¡resiste! ¿Cuántas veces oímos decir esto cuando estamos ante circunstancias en donde lo único que tenemos en la cabeza es tirar la toalla, abandonar.
La vida merece la pena ser vivida, esta es una experiencia que se afianza con los años, que se nos vuelve más clara con el paso del tiempo. Pero en medida alguna significa esto que la vida es un regalo caído del cielo en donde los problemas, la miseria y el sufrimiento nunca formará parte de ella. De ninguna manera.
La experiencia de la vida proyecta una gran huella, en donde igualmente la felicidad forma parte de ésta, sobre quienes han tenido el coraje de vivirla superando los problemas, intentando vencer aquellas situaciones que de ninguna manera el destino les tenía reservadas, tan sólo las circunstancias.
Emprender es una gran aventura, es la aventura de la vida misma. Sólo quienes quieren correr esa carrera gozarán de la habilidad de tener una vida realmente fructífera en los más humanos de todos los rasgos: emprender y crear, para uno mismo y, sobre todo, para los demás.
Por eso es importante en las horas difíciles jamás bajar la cabeza, esconder la mirada, decir no puedo, porque la solución del problema a menudo no está fuera de ti, sino dentro de las ciudadelas del interior, en la visión extraordinaria de tu determinación, aquella que te hace más humano; de eso se trata.
Recuerdo aquello de «vender es humano» de Daniel Pink. Ahora digo, intentarlo, ponerte en marcha con determinación y alegría, es lo más humano, es aquello que nos devuelve a nuestro ser, es aquello que despierta nuestra persona interior.
Emprender, de esta manera, se convierte en la forma más profunda y trascendente de realizarse como persona, también aquella que, cuando emprendemos con sentido de comunidad, para otros, nos hace realmente felices, en forma creciente cada día, regalando ese gran tesoro a los demás.