Me pregunto muchas veces si se puede emprender en tiempos de desánimo. Tratar de darle vueltas a la pregunta y pensar sobre el tema sin evitar el peso del momento histórico que vivimos… Me pregunto si no es acaso cada momento el mejor para emprender, o éste en particular, con luces y sombras, lágrimas de muchas personas incluidas. ¿Es éste el mejor momento posible en el que iniciar y culminar un emprendimiento?
Mejor o peor, la simplificación del problema lleva a pensar que este es el momento para emprender, el que hay, el que nos fue dado, el que se puso delante de mí. Esta es la mínima razón por la que debo considerar el emprender como una tarea del ahora. Posponer, por otro lado, no es más que la actitud con la que difícilmente podré llegar a emprender nada.
El desánimo es una percepción subjetiva
Parece ser que no es tanto emprender como el desánimo que bloquea. Parece haber una cierta obsesión por considerar que nos tocó vivir un tiempo pésimo, donde las oportunidades escasean y si hay algunas son para otros. Algunos pesimistas, cuando son preguntados, dicen que se respira en el ambiente que éste es un momento realmente malo en lo que se refiere a la posibilidad de la iniciativa personal. Vivir rodeados de estos pensamientos y personas es como vivir encerrados en una habitación sin ventanas y con las paredes pintadas de negro.
Muchos hablan de un elevado grado de desánimo existente entre las personas. Pero esto es algo complicado de considerar globalmente. Incluso con el mejor instrumento de medición el tema no deja de experimentarse subjetivamente, opinarse y sentirse desde el yo individual, lo que plantea, como mínimo, el problema de la validez de esta percepción. Pese a ello, experimentamos desánimo, momentáneo o permanente, personalmente o a nuestro alrededor. No hablamos de ciencia, hablamos de experiencia. ¿Y qué responder a ello?
Vivimos con el contagio de las diversas formas de vida existentes. Hay quien tiene la posibilidad de rodearse de gente buena y mejor que él mismo, esto le permite crecer hasta el infinito. Hay quien no percibe la necesidad de madurar junto a gente con la energía suficiente y es entonces cuando se contagia del desánimo de vivir y de toda clase de argumentos para la desesperanza. Cuando emprendemos sólo funciona la primera opción, la segunda te lleva a la ruina.
Que sobreabunde la energía que te lleva a emprender
Me gusta repetir estas palabras (Carlos Díaz):
“El hombre antiguo es un hombre de ánima; el hombre moderno es un hombre de animus; el hombre posmoderno es un hombre desanimado”. Pero, ¿hasta cuándo vas a permitirlo?
Donde abundó el desánimo puede sobreabundar la energía que te lleva a emprender, preocuparse de sí mismo es preocuparse del Universo (Ortega y Gasset). Y mientras esto acontece recuerda el dicho:
“No dejes para otro lo que puedas hacer tú mismo, te animará”.