El personalismo es toda aquella doctrina que mantiene el primado ontológico, ético y social de la persona. Más que de un sistema claramente delimitado, se trata de una concepción de contornos poco delineados y que engloba bajo sí posturas filosóficas de tendencia muy diversa con el denominador común de la exaltación de la dignidad de la persona. Muchas de las dimensiones que el ser humano presenta, como persona, como sujeto gestor de su naturaleza, son dimensiones que fenomenológicamente podemos describir; precisamente las situaciones y procesos educativos están llenas de éstas.
El personalismo considera a la persona como principio de toda actividad educativa. La persona posee las siguientes notas características:
- Singularidad: la persona es un ser unitario, indiviso en sí, único e irrepetible.
- Autonomía: es, no de un modo absoluto, principio de sus propias acciones.
- Apertura: por su naturaleza está abierta a las cosas, a las demás personas y a la trascendencia.
De ahí surgen todas las demás dimensiones del ser humano, de ahí surge su educabilidad. La actividad educativa, en este sentido, ha de ser entendida como una auténtica tarea de personalización, porque la persona es el fundamento de la educación. Esto conlleva la posibilidad y necesidad de desarrollar un proceso de personalización, según el cual a la persona se le permite realizarse y autorrealizarse de un modo singularizado. El fin de la educación, y con ello la posibilidad de perfección humana, radica en el desarrollo armónico de la totalidad de la persona.
Pero, ¿cómo dar un tratamiento único en un entorno habitualmente grupal? ¿Cómo armonizar los diferentes ritmos? ¿Se deja atrás a los lentos? ¿Se retrasa a los rápidos?
Estimado Javi:
Muchas gracias por tus preguntas-reflexiones, son muy interesantes.
Hay una doble vertiente en esto, una diría más filosófica: entender al ser humano como persona y, por tanto, actuar en consecuencia (en relación a sus características más esenciales: dignidad, libertad, comunión…). Esto parece de perogrullo pero no es así, se han ensayado a lo largo de la historia muchas formas de machacar estas verdades sobre la persona, que mataban su ser personal o ensalzaban su individualismo (totalitarismos de toda índole…).
La otra vertiente es más práctica, pedagógica nos puede servir decir ahora: implica llevar a la práctica esto. Ahí vienen algunas dificultades, lógicamente, una cosa son los prinicipios y otra son los medios, las estrategias, las ganas, las posibilidades que tenemos de llevarlos a cabo.
El problema de la educación no se reduce al problema de la escuela: la escuela es un instrumento educativo entre otros, y resulta abusivo y errado hacer de ella el instrumento principal (Mounier). Pero dicho esto y centrándonos en la escuela, es ahí donde una vez que queremos llevar a cabo estos principios nos encontramos con algunos problemas en ocasiones complicados de resolver. Es cierto que puede faltar todo eso (medios, estrategias, ganas, posibilidades…), y esto puede impedir desarrollar una determinada visión de la educación personal, el desarrollo personal (tal como lo refiero), pero no es menos cierto que podemos cambiar muchas cosas para hacerlo posible (propongo algunas y, ahora sí, ¡te respondo!):
– No sólo es un problema de medios, es también un problema de principios (acorde a lo que hablamos). Hay que tener claro qué significa educar (en general y en la escuela; hay un intenso debate sobre si se trata de socializar o instruir, no resuelto desde hace muchos años, aderezado con factores ideológicos notables). Hay que tener claro el por qué hacemos lo que hacemos, luego vendrán el cómo y el qué (recuerda a Simon Sinek).
– Tengo muchas dudas sobre si los profesores han aprendido adecuadamente a manejar bien los grupos, la comunicación, las emociones, la gestión del clima… todo ello detro del aula. Esto es muy importante porque necesitamos profesores solventes en estas cuestiones para que todo funcione dentro del aula. En la mayoría de las ocasiones la formación de los maestros en estos temas es qué dijo aquel autor o qué esto para aquel otro. Como bien sabes, esto no significa conocer esas importantísimas cuestiones para la vida educativa práctica. ¿Nuestra formación es errada entonces? En cierto sentido sí.
– La didáctica provee de necesarias herramientas, pero necesitamos incorporar sutiles elementos en nuestras actitudes. Hemos dicho que la creatividad muere en el aula, simplemente porque en la relación educativa profesor-alumno el profesor no ha sabido manejarse bien. Todos tenemos experiencias de profesores que nos han hundido como alumno, luego entonces como personas también (ojo, recordamos casos al contrario, gracias a esos profesores nuestro yo personal superó todo…). Hay que preparar a los profesores en esto también. La tarea de la escuela es que terminemos la misma con ganas de aprender más cada día, no salir con el deseo de aprender destruido…
Si los prinicipios son los correctos, si la didáctica es la adecuada y a eso se une una formación en «psicología práctica» (más relacionada con los libros de autoayuda o coaching que encontramos (Tony Robbins, Tony Buzan, etc.), la vida de las aulas habitualmente no representa un problema, se convierte en una gran oportunidad para hacer grandes cosas, por los demás.
Afectuoso saludo.