Las consecuencias de la baja autoestima en los docentes son letales en el sistema educativo en su conjunto. Al reflexionar sobre las razones de la baja autoestima en profesores muchos estudios señalan que:
– La valoración social de la actividad docente se ha deteriorado.
– Las expectativas de los profesores son difíciles de determinar.
– Los profesores a menudo reducen sus objetivos personales a objetivos institucionales.
– Los profesores muy raras veces reciben una retroalimentación adecuada para su autovaloración.
– El entorno escolar no conduce de por sí a un sentimiento de valoración.
– La mayoría de los establecimientos educacionales no cuentan con un Proyecto Educativo con metas y objetivos claros para el profesor.
– El sistema educacional y, por ende, sus profesores ha sufrido un deterioro importante en los últimos años.
Pero, ¿qué es la autoestima? La autoestima es el sentimiento que surge en la valoración de uno mismo. Una persona que tiene el nivel de autoestima bajo se siente insegura, se acompleja de sí misma, se encuentra sola, no se plantea objetivos o no lo hace con claridad y cree que es inferior al resto. La autoestima de una persona en términos generales no es un estado permanente, sino que fluctúa según las experiencias que uno vivencia. Esto quiere decir que la autoestima no tiene por qué ser siempre baja o alta. Ni tampoco que una persona esté destinada a tener una autoestima baja de por vida. Las experiencias y el modo de afrontarlas supondrán la clave para acrecentar o reducir el nivel de autoestima. El libro Inteligencia emocional de Daniel Goleman es un magnífico manual para conocer más sobre este campo.
Estas afirmaciones conducen a que obviamente si nos entrenamos para construir una autoestima alta, prevendremos o reduciremos en buena parte los síntomas psicológicos de toda ansiedad, elemento que eleva los niveles de toxicidad institucional y personal en la escuela y, desde luego, un malestar con uno mismo que le conduce al pesimismo y la desgana.
Unida a esta variable que afecta al desarrollo personal del docente, existe otra que está a la base de las estrategias de afrontamiento del mismo sobre la actividad docente y formativa: la autoeficacia.
La autoeficacia es la opinión que tiene de sí mismo el profesor respecto a su capacidad para realizar una tarea o para cumplimentarla con éxito. En otras palabras, la autoeficacia es la imagen que tiene sobre su inteligencia y sobre sus habilidades.
La autoeficacia influye decisivamente en su autoestima y viceversa. Son aspectos importantísimos de una persona que ayudan a mantener una salud psicológica estable, con el consiguiente impacto sobre su tarea. Las personas que tienen un nivel bajo de cualquiera de ellas, están predispuestas a sufrir mucha ansiedad a través de los síntomas psicológicos.
Igual que ocurre con el nivel de autoestima, el nivel de autoeficacia varía en función de los éxitos o fracasos que vaya teniendo la persona y de la interpretación que otorga a los mismos. Se va configurando desde la infancia, y la etapa más importante es la escolar. Es en esta etapa en la que se edifica el nivel de autoeficacia a través de los comentarios de los padres y profesores sobre los éxitos o fracasos. Es en esta relación educativa entre personas donde se forja la personalidad de los niños. Durante el resto de la vida sigue variando el nivel de autoeficacia, pero menos decisivamente. Si las experiencias se traducen como éxitos, la persona disfrutará de un nivel alto, mientras que si son fracasos sufrirá emocionalmente con un nivel de autoeficacia bajo. Y en ambas situaciones es claro que el nivel de autoeficacia entonces no depende de las capacidades y habilidades, sino del juicio que tiene sobre ellas.
Debe quedar claro, por tanto, que la autoeficacia no es la capacidad que posee una persona para hacer algo, sino el juicio u opinión de esa persona sobre su capacidad. Por consiguiente, cuanto mejor sea la opinión sobre uno mismo, mejor resultado obtendrá, y cuanto más ineficaz se considere, peor resultado. Este optimismo personal no engaña cuando los frutos de la actividad son erróneos, pero alienta siempre desde una mirada asertiva que ayuda a la persona a abrirse camino de una manera segura.
Y, no sólo eso, las personas que se consideran ineficaces exageran sus deficiencias y atribuyen sus fracasos a cuestiones externas, mientras que las que se consideran eficaces se imponen retos, intensifican sus esfuerzos y reconocen su culpa cuando fracasan.
La autoeficacia no se agota aquí. Hay aún más diferencias de una persona que se considera eficaz o ineficaz. El que se considera ineficaz evita hacer actividades complejas, y se da por vencido enseguida.
Llegados a este punto, necesitamos hilar todavía más fino. Como indicamos al principio, la autoeficacia no es sólo la impresión de uno mismo de que puede realizar una tarea determinada, sino también sobre si logra un resultado exitoso. Son aspectos que van ligados y que necesitan de una opinión positiva.
En estos términos, es más que evidente que los docentes hoy necesitan grandes dosis de autoestima y autoeficacia.