Reuniones interminables, encuentros entre docentes e investigadores agotando sus vidas en cuestiones protocolarias y de procedimiento, burocracia instalada que adormece más que la buscapina, contenidos que se solapan, competencias que se añoran. Trámites interminables,insufribles, faltos de fruto.
Política vaporizada en cada costado, multiplicando sus tentáculos para derrotar la crítica en su seno, que ya hoy se ve rara y es despreciada.
Ciencia que no mejora nuestra manera de vivir, al menos tras el enorme esfuerzo que las familias depositan en la misma. Docencia cuestionada, infravalorada, menospreciada. Gestión anquilosada, multiplicada, de la que sólo al final de túnel se ve la luz…
La Universidad española es una paradoja de raro letargo. No se ve nuevo horizonte. Son los tiempos que nos tocó vivir. Fernando VII cerraba Universidades al tiempo que se abrían escuelas taurinas; hoy se cierran escuelas taurinas y se mantienen Universidades donde se torea a todo el mundo.