Una de las cosas más ridículas e inoperantes que encontramos en el sistema educativo español es la “competencia emprendedora”.
El sistema educativo español se basa, desde 2006, por lo menos, en el logro de una serie de competencias, no más de ocho, en donde casi la mitad de ellas tienen que ver con los objetivos propios de materias como la Lengua o Matemáticas y el resto con una serie de capacidades que debemos poseer, al igual que las anteriores, al final de nuestra etapa educativa obligatoria. Estas últimas poseen, además, un fuerte carácter transversal e innovador, permitiendo a quien las posee la inserción como ciudadano en sociedades altamente competitivas y, en muchas ocasiones, despersonalizadas.
Las competencias en educación han sido discutidas desde siempre. Se comenzó a hablar de ellas en el ámbito universitario y fueron trasladadas a la educación previa –Primaria y Secundaria- por razones obvias, me explico, para sumar sintonía en el sistema total. Pero, después de 10 años, el balance no puede ser más desastroso: un planteamiento teórico que recuerda lo buenos que somos cuando definimos algo y lo mal que lo hacemos cuando lo llevamos a la práctica.
Este desastre se debe, fundamentalmente, a dos razones: una, nuestra falta de conocimiento sobre el emprendimiento, su importancia, su valor, etc.; y dos, nuestra falta de convicción sobre un asunto que, repito, desconocemos y hasta despreciamos. Es imposible, entonces, desbloquear la situación hasta que no dejemos de pensar que emprender es ridículo.
¿Y qué significa dejar de pensar que emprender es ridículo? La frase “van a dar valor a lo que sabes y, sobre todo, lo que eres capaz de aprender” da una idea de cómo tenemos que enfocar el tema.
Es posible que un sistema como el español y, si quieres, como el europeo, no nos permita trabajar las competencias como se debería, pues parece cosa postiza en su estructura y funciones. Es posible que otros, como el anglosajón, propicie más el trabajo con las competencias; sin embargo, el principio de realidad nos pone los pies en la tierra y nos enseña a superar la situación allá donde estemos.
¿Cómo lograr poseer la capacidad de aprender? ¿Qué tienen que ver la habilidad y las ganas de aprender con la posibilidad de emprender? ¿Nuestro sistema educativo logra que aprendamos en este sentido profundo de la palabra y de manera masiva?
Sé que la pregunta última puede llegar a ser decepcionante por cuanto que algunos pensarán que no hace falta hacerla… estarán convencidos de que la escuela cumple su misión sobradamente. Creo, sin embargo, que es más que razonable pensar que la situación de desafección al aprendizaje a la que nos enfrentamos lo merece, sobre todo para encarar un nuevo rumbo, pues…