Ejecutar una idea es devolverla a la realidad de manera que tome sentido y fuerza para transformar ese mundo real, no los sueños de quienes emprendieron olvidando el sentido de lo existente hoy.
Cuando hablas de tener una idea o de que no se te ocurre nada, parece importante la otra parte esencial de un proyecto: más importante aún que la idea es la ejecución de la misma.
Hay quien cree tener la mejor idea del mundo, pero luego su proyecto es una inmensa ruina, no habiendo si quiera comenzado el desarrollo del mismo. Tener una idea, poseer la mejor idea y ejecutarla, ponen dimensión realista a todo proyecto. Ocurre que para mucha gente la clave está, casi exclusivamente, en la ideación. Esta ideación no es más que el proceso de generación y formación de las ideas. La paradoja está en que al mismo tiempo el problema está claro: lo que faltan son buenas ideas…
Pocas ideas pasan el filtro de la realidad
Es de esta forma como mucha gente no advierte que, en la eventual y aparente carencia de ideas, hay las suficientes para cambiar el mundo, pero que pocas pasan el filtro de la puesta en marcha de la ejecución y de la pragmática obtenida de la realidad. No falla tanto la idea como su puesta en acción.
El proceso de ideación es gratuito, pero éste tiene problemas de falta de memoria: normalmente no tiene en cuenta el despliegue de las ideas producidas. Más tarde, el principio de realidad devuelve sentido a estas ideas y las deja en estado de advertencia:
¿Estás dispuesto a pensar nuevas formas de realidad?
Hay quien dice que cualquiera puede pensar lo suficiente como para generar ideas. No es del todo así. Esto más bien parece una inconsistencia más del mundo millennial (mira este interesante vídeo de Simon Sinek). No todo el mundo parece estar dispuesto a dedicar un tiempo a pensar con la suficiente generosidad como para que sus ideas combinen nuevas formas de realidad.
Igualmente hay ideas buenas que se quedan sin presente ni futuro debido precisamente a la pobreza ejecutora. Muchas ideas se evaporan por la incapacidad de desplegar con garantías de éxito aquello que el libre pensamiento propuso de forma gratuita y sin barreras.
La idea no es nada sin un plan creíble y efectivo de ejecución de la misma. El mundo está lleno de ideas con mejor o peor fortuna, lo que faltan son buenos ejecutores, energéticos emprendedores que pongan continuamente “puntos sobre las ies”.