Tres elementos de la educación para la supervivencia de la misma

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Aún estamos convencidos de que la educación debe sobrevivir. Pero hay agentes muy poderosos, nuevos y no tanto, empeñados en que la educación fracase. Hay que seguir preguntándose por el futuro de la educación. Te propongo tres elementos para la supervivencia de la misma.

La educación no es buen rollo. ¿Qué es la educación?

De ninguna manera la educación es buen rollo. No quiere decir esto que la educación sea cosa para tristes o «almas en pena». Cada día somos más conscientes de que disfrutar es importante para aprender. Se ha dicho que los beneficios de la educación cuando además disfrutamos son los siguientes:

  • Multiplica los aprendizajes.
  • Despierta el interés y la motivación.
  • Impulsa su desarrollo global (cognitivo, social, lenguaje, afectivo, etc.).
  • Refuerza su autoestima.
  • Les dota de confianza.
  • Favorece su bienestar emocional.
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Foto: http://educon.sa/

Y si la educación no es buen rollo, en el peor sentido de la palabra, ¿qué es entonces la educación? Te propongo tres cosas que supone la educación:

  1. La educación supone tiempo. Vuelvo a recomendar la obra de Malcolm Gladwell: Fuera de serie. En él se describen las necesarias 10.000 horas de trabajo sobre un tema para alcanzar el éxito. Los padres necesitan tiempo para educar, el sistema educativo años para tratar de dejar una huella, los niños necesitan tiempo para aprender. Aunque no paran de salir métodos sobre cómo aprender esto o lo otro en 10 días (quien dice 10 pueden ser 15…), muchos de ellos con verdadera ciencia detrás, es preocupante que haya gente que piense que el aprendizaje no necesita tiempo, o que se puede educar con prisas. Esto sólo lleva a desatender a quien aprende, mostrándonos impacientes y, por tanto, ineficaces.
  2. La educación supone contenido en ese tiempo. No se trata de emplear muchas horas haciendo nada. O enfocar el proceso centrándose en los modelos de enseñanza. Esto es un error, pues no necesariamente se potencia así el aprendizaje. Los modelos de enseñanza son un poco como Narciso, se ven «bellos» y, por ello, autocomplacientes, sin saber de verdad si están siendo eficaces o no. De lo que se trata es de ocupar el tiempo aprendiendo. Todo tiene más sentido si los alumnos terminan aprendiendo y, lo que es más importante, con ganar de aprender durante toda la vida. Si terminan con «asco de aprender», habremos fracasado.
  3. Y, finalmente, ¿cómo enfocar el aprendizaje? Desde un punto de vista de la neurociencia, el secreto del aprendizaje es la intuición puesta al servicio de la curiosidad, como afirma mi amiga la Dra. Alma Dzib Goodin. El papel de las instituciones y sus agentes, los educadores, profesionales o no, es crucial y no siempre realizado: tienen la misión de mantener esa llama vida. Y vuelta a empezar entonces, si tenemos prisa o nos centramos demasiado en nosotros mismos, podemos estar cerca de fracasar. Y bastante hay ya.

Postre: aprender implica esforzarse

Pero no olvidemos que la voluntad de la persona en este proceso es muy importante. Fíjate lo que afirma José Antonio Marina de las destrezas inherentes a la noción de voluntad. Son cuatro: inhibir el impulso, deliberar, tomar decisiones y soportar el esfuerzo que supone la ejecución de éstas.

Si todo es buen rollo, llega un momento en que tenemos que recordar la frase del Juez de Menores Emilio Calatayud:

«Se ha banalizado todo y no existe voluntad política de fomentar el esfuerzo, aquí se nos está igualando por la ley del mínimo esfuerzo».

O sea, que aprender también implica esforzarse. ¡Este tema da para tanto! Y tiene tan mala prensa en el ámbito político…

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