Seguimos con el libro de Leonard Sax, El colapso de la autoridad. Infinitos ejemplos muestran un tema de vital importancia sobre el que es necesario pronunciarse y, también, actuar.
Muchos padres, cuenta Sax, se muestran inseguros sobre cuál es su papel. Por miedo a parecer dictadores, terminan abdicando de su autoridad y así evitan los enfrentamientos. Quieren y queremos tranquilidad. Pero esto nos trae problemas a medio y largo plazo: los hijos se convierten en seres consentidos, irresponsables e inmaduros.
Todo el sistema conjurado con el colapso de la autoridad
Aunque Sax ha recorrido decenas de escuelas en todo el mundo, su preocupación y diagnóstico comienzan en Estados unidos. Allí, afirma, los niños crecen en una cultura en la que sus deseos son la norma suprema, en la que las clases se presentan como un entretenimiento y en la que los alumnos universitarios clasifican a sus profesores según lo divertidas que sean sus lecciones.
Las tecnologías, los medios de comunicación, la forma en que se alimentan, las horas que duermen y cómo lo hacen, todo parece formar parte de esta enorme «conspiración contra la paternidad», a juicio de Sax. Cuenta que cada vez es más frecuente que los padres, sobre todo los más adinerados, acarreen bolsas enormes de chucherías en los trayectos hacia el colegio: «Dios no quieran que sus niños experimenten el hambre ni una sola vez». ‘No quiero que les dé un bajón hipoglucémico’, le dijo una madre una vez a Sax mientras le veía arrastrar una nevera portátil cargada de aperitivos hacia el coche, preparando el trayecto de media hora hasta el colegio de su hijo. ¡El trayecto de media hora!
Cuando los padres empiezan a ceder el control a sus hijos, la comida se suele convertir en una de las primeras batallas perdidas. ‘Sin postre hasta que te termines la coliflor’ pasa a ser ‘¿Qué te parece si comes tres cucharadas más, y después puedes tomar el postre?’. De la orden se ha pasado a una pregunta enmascarada con un soborno.
Por otro lado, «¿desde cuándo se ha empezado a considerar inadmisible pasar hambre durante un rato?», se pregunta Sax. Y concluye: «cuando los niños se reservan la decisión final, los padres se afanan en garantizar que nada les incomode. Ni 5 minutos. El hambre -hasta en el trayecto del colegio a casa- se ha vuelto intolerable».
¿Y qué decir del sueño?
Los teléfonos móviles han entrado en los dormitorios restando autoridad a los padres. Te dejo sólo lo que afirman los expertos. Los niños cada vez duermen menos y esto está provocando aumento de los casos de obesidad. Igualmente hay un impacto sobre el comportamiento y hasta se está relacionando con el TDAH: los niños suelen ser más irritables y somnolientos y baja su rendimiento académico. El National Institute of Health americano (2012) afirma lo siguiente sobre las horas que deberían dormir los niños:
- Guardería y preescolar (de 2 a 5 años): al menos 11 horas.
- Primaria (de 6 a 12 años): al menos 10 horas.
- Adolescentes (13 a 18 años): al menos 9 horas.
Cuenta las horas que duermen tus hijos y juzga tú mismo.
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[…] De momento y mientras seguimos estudiando el fenómeno, te dejo las tres soluciones que propone el Doctor Leonard Sax. De él te hablé en varias ocasiones. […]