A menudo el fracaso escolar es considerado como un “cajón de sastre” donde cabe todo.
En el caso de España, algunos sondeos mencionan que más del 30% de los escolares sufren fracaso escolar, cifra muy superior a la media europea. Hay quienes hablan de cifras más altas, llegando incluso al 50%. Otros no diferencian entre fracaso escolar y abandono escolar temprano. Todo un mundo.
Dentro de ese cajón encontramos múltiples elementos. Muchos de ellos se relacionan con el desarrollo y la escolarización niños y niñas y jóvenes. Palabras como “retraso”, “trastorno”, “problemas de aprendizaje”, “fracaso”, «crisis», etc., pueden aparecer, por tanto, a lo largo de esta escolarización. Lo mismo hablamos de problemas del desarrollo psicomotor o del desarrollo o madurativo, que de problemas que aparecen en la etapa de la adolescencia, y un poco antes. Todo ello llevaría al fracaso en térmicos educativos.
Cuando niños y niñas abandonan la infancia y se encuentran en la adolescencia y juventud, pueden aparecer nuevos problemas. Aquí el retraso o el trastorno se mezclan con determinadas “crisis” que pueden terminar por convertirse en problemas escolares de diversa índole. Claramente, buena parte de las causas de la mayoría de los fracasos escolares durante este tiempo tienen que ver con:
- La falta de estimulación
- Una pobre motivación y
- Una baja autoestima del alumnado.
El fracaso escolar es un asunto complejo. Tan complejo que hay difícil unidad de criterio entre los expertos. Esto deja la puerta abierta a problemas de intervención. Es decir, admitir distintas definiciones de fracaso escolar deja libre el terreno a todo tipo de iniciativas, desde aquellas que oscilan entre no hacer nada, hasta aquellas que se equivocan. Entre ellas están, también, las que aciertan en prevenir y tratar el problema correctamente. Esas dan en la diana.
El problema es que la construcción terminológica y conceptual que hacemos de algo que definimos como fracaso escolar, nos lleva, de la mano de investigadores e intereses políticos, a la consideración de ciertos elementos en el fracaso como fundamentales. Igualmente nos lleva a no mencionar otros, muy importantes, que quedarían fuera del debate por falta de interés, fundamentalmente político. Y esto, repito, se convierte en un grave problema. ¿Por qué? Porque perpetúa siempre a los mismos en el denominado fracaso escolar. El perfil de fracasado o fracasada escolar no cambia, se perpetúa y se consolida en el tiempo.
Los estudios han perdido valor en el ámbito social
Una reciente investigación (texto en pdf) constata el amplio espectro de causas que explican el abandono escolar temprano (AET). Pero incluye a la vez dos factores de abandono no aportados directamente por otros estudios:
- Los conflictos/inadaptación con relación al grupo de iguales, y
- La pérdida del valor social de los estudios en el ámbito social.
Si nos fijamos en uno de ellos, más en concreto en el segundo, el hecho de que los estudios hayan perdido valor en el ámbito social, surgen algunas preguntas como éstas: ¿Por qué los estudios pierden valor en la sociedad? O, ¿cómo podemos remediarlo?
La UNESCO ha reconocido que existe una inflación de títulos universitarios. La etapa precedente, Secundaria obligatoria y postobligatoria, prepara para la Universidad con un excesivo carácter academicista. Pero ésta sirve de trampolín para esa Universidad. En este marco se puede predisponer a un fuerte cuestionamiento sobre la totalidad de la utilidad del sistema educativo. Cada día más gente se pregunta, ¿para qué sirve la Secundaria en los términos en los que está diseñada?
Aún no hay respuesta a esta importante pregunta. Y hay algo más grave aún: la administración educativa parece mirar para otro lado.
¿Qué le queda a familias y alumnado entonces?
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El fracaso escolar es y será una problemática que se debería atajar. Las familias, profesores e instituciones deberían estar informados y relacionados con esta problemática y solucionarla. Ser conscientes de que la adolescencia es una edad muy complicada de muchos altibajos para el adolescente y su contexto mas inmediato.
Desde mi punto de vista, el fracaso escolar se debe a falta de interés tanto por el alumnado como de los profesores. Los padres deben de inculcar a los niños la importancia del colegio y del instituto, ya que su educación y formación académica depende en gran medida de ello. Además de advertirle que no se deje influenciar pos sus compañeros que renieguen el estudio. Para colaborar en esto, los profesores deben de estar atentos al entorno de sus alumnos, organizando reuniones si es necesario con los profesionales del centro (inspectores, equipo directivo, orientadores, psicólogos, educadores sociales..) y con los tutores legales del menor. Para facilitar el aprendizaje, las clases deberían de ser interesantes y no meramente explicativas, donde el menor si divierta participando y aprendiendo. Independientemente de sus fallos, sentirse uno más le unirá al grupo y mostrará interés por aprender.
Este artículo me parece muy interesante, ya que el fracaso escolar es un tema que está a la orden del día y como bien refleja el texto, las cifras son bastante preocupantes.
Bajo mi punto de vista considero que hay una falta de motivación importante en los alumnos, pero también en los docentes y centros educativos en general.
Creo que el sistema debería modificar muchas cosas, como por ejemplo, la forma de dar clase, escuchar más al alumno para saber que le preocupa y como se puede intervenir. Porque como bien hemos podido leer en el texto anterior es muy importante identificar el problema y así poder empezar a trabajar en él, antes de que sea demasiado tarde.
Mi conclusión, es que con las mismas herramientas pero utilizándolas de otra manera no estaríamos hablando de unas cifras tan altas, y en general el centro educativo mejoraría.
El tema del fracaso escolar lleva ya un tiempo en boca de los españoles y es que como se dice en el artículo la cifra supera la media europea, algo que tendría menor importancia si fuesemos un país menos desarrollado o con menos recursos que el resto, pero no es el caso. Y es que solo se buscan excusas al fracaso de un alumno, clase social, personalidad, amistades… Pero en vez de dar una razón a este fracaso creo que habría que ayudar y dar salidas a ese alumno con problemas, que puede que sea alguien con grandes capacidades que no se encuentra con los medios o con el contexto necesario para explotar dichos fuertes que pueda tener.
Este artículo te hace ver la realidad de los hechos, en este caso, el fracaso escolar. Creo que cuando un/a niño/a es un “fracasado escolar” como la mayoría dice, se debe buscar la raíz del problema, es decir, por qué ese/a niño/a no avanza o aprende. Aquí entra el papel de los/as profesores/as que aparte de docentes somos ante todo personas y tenemos un sentimiento llamado empatía (participación afectiva de una persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra persona). En la sociedad, las personas que están afectadas por el fracaso escolar sufren una desvalorización tremenda y nosotros/as (los/as docentes) tenemos que poner punto y aparte a esta situcación.
Desde mi opinión, cuando aparece un caso de fracaso escolar, siempre se les asigna al mismo perfil de menores, ya sea por su situaciones familiares, por su personalidad o por las amistades que tenga.
Creo que actualmente es un tema que deberían de darle más importancia, y no mirar para otro cuando dejan la escuela. Justamente cuando están en plena adolescencia y cuando están forjando su personalidad es cuando comienzan a aparecer los primeros conflictos y los comportamientos erróneos y es cuando más se debería de intentar encauzar y no dejar que se quiten de la escuela porque ya tengan la edad que se lo permiten. En mi opinión, en los centros escolares debería de haber más personal cualificado como psicólogos/as u orientadores/as para poder apoyar y ayudar al alumnado.
Este tema en concreto me parece un muy importante pero que a la vez no se le dedican las horas y los esfuerzos que hacen falta ya que, desde mi opinión, cuando surge un caso de fracaso escolar la educación mira hacia otro lado, escoge las soluciones fáciles y tiran piedras hacia fuera, en vez de preocuparse que ha llevado al alumno/a a ese punto y si en algún caso es por culpa de la propia educación.
En mi caso, también se me consideró «fracasada escolar» por el hecho de que en tercero de secundaria me habían quedado cuatro asignaturas y lo único que me plantearon fue entrar en diversificación o hacerme repetir, aunque todo esto pasó en el segundo trimestre.
Hablando desde mi propia experiencia, puedo decir el instituto me desmotivó y pese a ello tampoco me ayudó a volver a subirme al carro, de eso se encargaron mis padres.
Desde mi opinión también estoy totalmente de acuerdo con este artículo, es más puedo empatizar con el, ya que por tener un mal año en el instituto ya no valía para seguir con mi vida de estudiante. Por ello siempre muchas personas que se hayan encontrado en mi caso normalmente se han desmotivado y no quieren seguir estudiando,es una pena que siga sucediendo esto a día de hoy, y que los alumnos sigan siendo ignorados simplemente por sus actitudes, problemas que surgen en el mismo centro..
Hay que confiar más y dar oportunidades.
Este artículo refleja la triste realidad, a los alumnos/as se les categoriza por su actitudes e incluso por los familiares que están o han pasado por el centro, y no se les da una oportunidad a que salgan de los esquemas establecidos.
En mi vida académica he visto como compañeros de clase eran prácticamente ignorados o sometidos a un castigo al inicio de clase sin que hayan mediado palabra sólo porque «siempre acaban haciendo algo». Con esto sólo se incita a que el alumno se acomode más en ese rol y lo lleve a cabo con tanta frecuencia que acabe siendo su identidad. Es una pena la poca preocupación por estos/as alumnos/as, ya que, durante mis prácticas en un centro educativo presencié «desprecio», o más bien desinterés por parte de los/as profesores a la participación de dichos alumnos/as en las actividades, pero aún así yo les daba su lugar y les hacía sentir tan importantes como al resto y ellos/as respondían adecuadamente. Debemos darle una oportunidad, su sitio dentro del aula y hacerles saber que tienen las mismas capacidades que el resto de sus compañeros/as, calificar a un alumno/a como «fracasado/a escolar» es darle un peso muerto que arrastrará durante todo su periodo educativo.
En España el término fracaso escolar se ha convertido en un término de uso común, pues estamos entre los países con mayor tasa de fracaso escolar de Europa.
El sistema educativo que a mi parecer nos rodea, es un sistema basado en cualificaciones puramente objetivas, delimitadas y cuantitativas, dejando de lado aspectos importantes como la educación en valores, la educación basada en la individualidad y en las características personales, pero sobre todo, la educación basada en el enriquecimiento continuo, en la conciencia y en el disfrute del aprendizaje que día a día desarrollamos. En España, hay una exigencia bastante elevada en cuanto a requisitos para superar los cursos escolares se refiere, esta exigencia es uno de los factores que más afecta al fracaso escolar y que menos favorece el desarrollo de un aprendizaje completo y adecuado.
Estoy totalmente de acuerdo con este artículo, es más, me parece fatal que la imagen del «fracasado/a escolar» siempre sea la misma y que exista una minusvalorización de la sociedad hacia ellas. A mí me han llamado fracasada escolar por el simple hecho de que todos los años me quedaban entre 3 y 5 asignaturas en secundaria y bachillerato, pero nadie se interesó en buscar un por qué de ese hecho, si era por desmotivación, por problemas familiares… te definen con ese término y no tienen la menor idea de lo que ello significa para la persona.