Nuestra vida está llena de historias, las que ocurren cotidianamente y aquellas con las que maduramos. Pero también está llena de teoría, paquetes de contenidos que hemos tenido que absorber muchas veces para nada.
Se trata de contenidos enlatados que engullimos con un embudo, herramienta que proporciona el sistema. El problema para la mayoría de nosotros fue que estos contenidos según estaban diseñados muchas veces no cabían en nuestra mente. Igualmente fue problemático el que nadie nos enseñara convenientemente a engullir según nuestra personalidad. De todo esto, de historias de vida y de montones de cosas sin sentido está lleno el sistema y la propia vida.
Emplea el tiempo de manera conveniente
Ciertamente hemos crecido y madurado haciendo propios esos contenidos, aunque en muchas ocasiones hemos tenido más que la sensación de que su excesiva cantidad, su falta de significatividad, su poca relevancia, su carencia de utilidad, todo ello al mismo tiempo, nos llevó a perder el tiempo de forma estrepitosa. Pero todo esto ocurrió al mismo tiempo que las historias…
Con el paso de los años, sólo con el paso de los años, llegamos a la conclusión de que la vida es corta, demasiado corta, como para no emplear el tiempo de manera más conveniente. Siempre y cuando no caigamos en una depresión como consecuencia de esto, un poco de sentido de la realidad nos hace mucho bien. Tomar el rumbo hacia las historias nos lleva, entonces, a darle un verdadero brío a nuestra vida.
Tomar el rumbo hacia las historias
Cuando los continentes estaban unidos, hace millones de años, y se producían las primeras migraciones, los padres contaban a sus hijos lo que hacían en ese momento y lo que hicieron sus antepasados. Emprendían un gran viaje, el proyecto más grande jamás imaginado. Contaban las historias, los detalles, los protagonistas de forma que ellos mismos y quienes les escuchaban llenaban su argumentario y su imaginación de aquellos elementos que les permitían seguir emprendiendo. Esto, además, no dejó de hacerlo el ser humano jamás.
Emprender necesita historias. Tú necesitas oír historias de emprendimiento, hacerlas tuyas, madurarlas y mejorarlas, transformarlas en historias de emprendimiento personal y, a su vez, transmitirlas para que en la vida que conocemos otros sigan emprendiendo.
Necesitas recibir y dar y, claro está, dar y recibir, sin punto final.
Haz de tu vida la mejor historia personal de emprendimiento y no te la quedes. ¡Cuéntala!