¡Estoy quemado! ¡Y no quiero ayuda, no quiero que me tomen por loco!
Hace un rato hablaba con un emprendedor que se autodefine como “quemado”. No lo digo yo, lo dice él. Es impresionante, y una pena, ver cuánta gente hay así, “quemada en su vida” (también lo decía él). Y es una pena porque estamos ante una situación muy complicada que “deja a muchos en el camino de transitarla” (termina diciendo el emprendedor).
Vale la pena atender a esto. Parece que va con los tiempos que el desgaste de la vida, algo normal, se haya convertido en un estar quemado, situación que ya supera lo ordinario de la vida.
Fuego en la vida personal
Este panorama para algunos puede ser frecuente; otros dicen gozar de fluidez en su vida… Para todos, el primer paso que hay que dar es el del autoconocimiento de que podamos vernos en situación parecida. Esto aporta dos virtudes importantes que nos permiten afrontar los restos de la vida.
Por un lado, la conciencia de saber que incluso a veces sin querer uno puede verse quemado por el contenido de nuestra vida. Esto aporta sosiego y seguridad, situación principalmente emocional con la que afrontamos mejor lo que nos venga, que puede ser mucho.
Hay quien vive pensando que jamás tendrá que afrontar ninguna situación negativa. La incertidumbre dice no afectarle. Los problemas dice son para otros. Pero, recuerda, en 100 años todos muertos y ya no habrá la oportunidad de crear nada, tampoco tiempo para disfrutar de lo creado; mucho menos le valdrá el arrepentimiento.
Ser consciente de los problemas que pueden sobrevenir nos aporta sosiego para autoafirmarse “aquí estoy yo para afrontar lo que me venga”. ¿Es un acto valiente? Sí. Pero también es un acto de confianza en sí mismo.
Por otro lado, el sosiego, la calma, la seguridad emocional se convierten en tu mejor marco de acción. Tanto si tienes que resolver problemas, como proponer soluciones creativas o alternativas a tus “achaques y emprendimientos personales”, la calma te dará el “oxígeno” necesario para las pequeñas acciones que tienes que emprender, de forma que el resultado sea un salto cuántico en tu vida. Este salto es el resultado, pero tu imaginación a veces no te deja ver el horizonte por falta de fe en las pequeñas acciones que día a día acometes. De ahí una parte de tu ruina.
Y ya lo sabes, debes dar ese salto para resolver tus problemas… pero previamente devolver la fe y la calma a tu persona para dar los pequeños pasos de la vida.
Toma las riendas
Por eso manda a pasear el nerviosismo, respira hondo para despedir a tu estrés. En este momento, el refugio de tu interioridad no debe ser ni una fuga de lo real, de la acción o de la responsabilidad, ni tampoco una complacencia de ti mismo. No debes perseguir un repliegue sin más, o un refugio en el que te recojas tratando de huir del mundo. No.
Es la hora de que te digas: