Parece fácil llegar a la conclusión de que nuestro actual sistema educativo ha fracasado. Sin embargo, un análisis global del mismo, evaluando el presente y valorando los logros pasados lleva, cuando menos, a ser prudentes.
Una cosa es decir que el sistema educativo ha fracasado y la otra pregonar que hay que cambiarlo. ¿Se ha de transformar el sistema educativo y la escuela en otra cosa distinta? Con calma, podemos decir que el sistema educativo y la escuela casi sin quererlo han ido cambiando a lo largo de los siglos. Podemos decir que permanente se transforma de forma natural. Pero, ¿podemos elaborar un guión para que se transforme más adecuadamente? ¿Podemos dirigir algún cambio con pleno sentido?
No quiero un cambio, quiero una revolución
Estas son las palabras de Sir Ken Robinson. Parece que revolución suena un poco fuerte. ¿Es así? Hay quien dice que hablar de revolución remite a ideas políticas no necesariamente acordes al sistema educativo. Otros piensan que es un término que le viene como anillo al dedo. Opiniones para todos los gustos.
Ken Robinson, María Acaso (autora del libro Reduvolution, Hacer la revolución en educación), Gregory Cajina, y hasta Tai Lopez y otros hablan de que el sistema educativo actual tiene que cambiar. Son ejemplos de voces en este momento de aparente cambio de paradigma, que cada día se propone más y más, y que no sabemos cuánto tardará en llegar, si es que llega.
Robinson pide sin tapujos una revolución, no una transformación del sistema educativo. La transformación o cambio del sistema es, tal vez, lo máximo en lo que puede consistir una reforma de la educación en democracia. Tal vez pedir una revolución en el sistema educativo no es más que partir de la idea de que lo que realmente ocurre cuando (sólo) se reforma la enseñanza no sea más que maquillar la misma, asunto pues decepcionante. De ahí pedir una revolución.
El caso español
Del caso español podemos hablar para ilustrar ese aparente maquillaje. Las reformas desde 1970 (LGE, y las que han venido después, LOGSE-1990 y LOE-2006) han sido prácticamente continuistas, más allá de algunos cambios de mayor o menor interés en su estructura y contenidos. Pero el modelo, lo que es el modelo no ha variado desde hace más de 40 años. Este punto es bien controvertido, pero realmente no hemos dejado de hacer las cosas de la misma forma y, sinceramente, después de todo este tiempo seguir teniendo un fracaso escolar y una tasa de abandono siempre en torno al 25% es como para perder la esperanza.
Las nuevas tecnologías en las escuelas
Del maquillaje del sistema pueden darse muchos ejemplos. En el terreno de la inclusión de las tecnologías de la información y la comunicación en la educación formal, la conocida revolución tecnológica de la que tanto se habla en la sociedad, no se ha traducido más que, en el mejor de los casos, en la introducción masiva de computadoras en las aulas, con resultados más que dudosos sobre el impacto en las competencias digitales que debían adquirir los alumnos.
Paralelamente a esto, equipos envejecidos y falta de presupuesto para el mantenimiento de un costoso sistema, del que aún no tenemos la certeza de que vaya a funcionar en cualquiera de las situaciones planteadas, presionan año tras año a las administraciones educativas pidiendo su mantenimiento. La administración, en la mayoría de los casos invierte sin tener evidencias del funcionamiento e impacto de estas tecnologías en las aulas y/o aprendizaje y competencias adquiridas de los alumnos.
Algo es cada día más claro: más y más voces afirman que la inversión pública -que se paga a través de los impuestos de todos- debe rendir cuentas si quiere mantenerse en el tiempo, algo que parece lógico.
Ser más creativos
Otro ejemplo lo tenemos en la repetida creatividad, o aquellos territorios vecinos que implican enseñar a pensar a los niños, enseñarles a resolver problemas como estrategia intelectual, etc. Aquí, la escuela moderna parece confirmar que diseñadores curriculares y profesores se muestran más cercanos a una escuela en donde se asiste para engullir contenidos; algo que se opone a la escuela que libera las mentes de estructuras lastre y se abre a la flexibilidad y a la conectividad. Nuestra forma de trabajar en las aulas está aún lejos de ello (salvo excepciones).
Ahora bien, ¿el cerebro humano está preparado para ser entrenado en la creatividad? La respuesta es sí. ¿Los niños pueden hacerlo por sí mismos? La respuesta aquí es más complicada. Digamos sí y no, pero quedémonos con el no para ver por qué. No, al menos del todo y sin un determinado ambiente. Los niños van a adaptarse a lo que hay, responderán a los patrones que encuentren en torno a ellos.
La mente posible necesita ambientes que generen oportunidades. Es poco probable que, si no se dan determinadas circunstancias, las nuevas generaciones nos inspiren a todos con grandes ideas. Uno de los capítulos de la obra del Dr. Leonard Sax, El colapso de la autoridad, habla precisamente de esto.
No es tanto enseñanza como aprendizaje
Transformación, revolución y cambio suelen pedirse para el sistema educativo. Ahora bien, durante el tiempo que tarde en llegar el nuevo sistema educativo, sería bueno trabajar para ponernos de acuerdo con qué queremos trabajar y cómo vamos a hacerlo. En resumen, que una nueva visión del aprendizaje se apodere de la educación.
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Estoy totalmente de acuerdo con que se nos vende algo que realmente no existe. Una parte de ese maquillaje en la educación es la enseñanza bilingüe, no sé si el problema está en los contenidos o en los profesores (dudo que esté en los alumnos, ya que como se indica en el artículo » se adaptan a cualquier tipo de situaciones», son una esponja a la espera de absorber contenidos), la cuestión es que mientras que en otros países el nivel de los niños de inglés es admirable, el nivel de inglés de los alumnos españoles es deprimente, ¿Qué es lo que falla?
Además del planteamiento de la Educación en España fallan los profesores, porque no tienen interés en aprender nuevas técnicas de enseñanza, en motivar a los alumnos, en renovarse… porque es más cómodo sentarse en la silla y seguir a raja rajatabla las instrucciones de un libro. ¿A quién hay que darle lecciones de creatividad? Desde mi punto de vista al profesor, ya que es el punto de referencia que tiene el niño.
Respecto al tema de la introducción de las nuevas tecnologías el fracaso también forma parte de los maestros, pues la mayoría no tiene conocimientos sobre las mismas, ¿Cómo van a enseñar algo de lo que no tienen ni idea?
Hay que llevar a cabo una revolución, sí, y drástica en el sistema educativo. Una reforma desde los cimientos que permita a España avanzar y no dejarla a la cola del mundo en el aspecto educativo, como lo lleva haciendo hasta ahora, para que los alumnos reciban de una vez por todas la calidad en Educación que merecen.