ESCUCHAR A LOS ALUMNOS ES ALGO QUE HACEMOS POCO… CUANDO ESTAMOS DELANTE DE ELLOS ALGO FALLA
Escuchar a los alumnos es algo que hacemos poco. Pararnos un momento para oír sus interpretaciones de la realidad, darles espacio y tiempo para que comuniquen sus opiniones sobre asuntos trascendentes o cotidianos, no violentarles cuando algo no lo saben expresar como nos gustaría que fuera expresado… Cuando estamos delante de ellos algo falla.
Vivimos en un mundo con prisas, un tiempo apresurado. El estrés se termina por convertir en ansiedad que bloquea nuestra conducta. Es nuestra manera de ser (docente) la que llevada con prisas al aula crea un microcosmos en donde la calma no es posible, y ciertas emociones negativas se apoderan de nosotros hasta proyectar la prisa y la incapacidad para resolver determinados problemas en la relación educativa. Y el resultado es la acumulación de más prisa en la manera de ser de todos, más estrés y ansiedad no prevenidos.
Y le dije a esta alumna: «Ahora saca la mejor versión de ti misma, vuestras mejores ideas como grupo, eso de lo que hablas, ¿eres capaz de crear tendencia? ¿Sois capaces de generar algo grande de lo que hablen y sigan todos?». ¡Sus palabras se atropellaban, relacionaban distintos campos, surgían nuevos conceptos, importantes posibilidades…!
Y yo me callé, permanecí en silencio, escuché atentamente, mi mirada agradecida la invitaba a tomar su tiempo, el de ella y su grupo, las verdaderas protagonistas, y fueron libres para generar ideas… y descubrimos juntos que eran valiosas.
Yo sólo le agradecí haber sido generosa.