Me gusta preguntar a los emprendedores qué les llevó a emprender. Haz la prueba tú mismo, aprenderás mucho.
Están aquellos para quienes emprender es montar una empresa y están aquellos para quienes constituye una forma de vida y, de paso, una extraordinaria manera de ganarse la misma vida.
Los primeros fijan su emprendimiento en las reglas habidas, o por haber, en el mundo de los negocios. Elaboran planes de negocio y el resto de los planes para que su idea de negocio funcione. Estos emprendedores tienen un plan para su empresa y lo ejecutan científicamente, es decir, con el máximo rigor posible porque, además, así lo dicen los manuales.
Estos emprendedores se convierten pronto en empresarios, o abandonan porque fracasan. Son aquellos que tratan de conservar los elementos fundamentales de su empresa, porque para ellos lo prioritario es seguir el camino diseñado, el plan trazado, la meta preestablecida.
Pero, siendo pura ciencia, ¿siempre triunfan?
Empleas tu vida buscando un modelo de negocio
Créeme cuando te digo que el otro emprendedor se mueve en marco diferente. Estamos ante quienes adoptan una forma de vida donde emprender llena de sentido. También de esperanza, lógicamente. Las reglas de este emprendedor son difusas, no porque no haya reglas, pues sabe que la formación y el conocimiento son esenciales para el desarrollo de su creatividad, sino porque adopta un interés y un propósito fundamental: empeñar su vida en diseñar nuevas reglas.
Este propósito le acompaña toda la vida, junto a otras tareas “secundarias” como diseñar productos o servicios, algo que comparte con los emprendedores que no pasan de empresarios.
Ahí no existen planes de negocio, algo que siendo importante pasa a ser secundario. Lo fundamental es la permanente búsqueda de sentido y la búsqueda de un modelo, búsqueda que se produce en un marco de incertidumbre, de naturaleza diversa. Por eso es extraordinario emprender, porque es una aventura, donde la idea parece estar pero el camino se labra en lo cotidiano de nuestro tiempo.
Buscar el modelo en un camino incierto
Y la idea parece estar, ciertamente, pero también entra y sale, aparece y desaparece. La incertidumbre ahí hace mella, dinamita la idea.
La idea necesita un modelo, que es precisamente lo que se imita pero no perdura. El modelo pasa pronto de moda, necesita una búsqueda permanente y la actitud razonable de la duda eterna.
Y el rigor y el tesón se desprenden de quien emprende buscando un modelo que puede tardar en llegar, pero cuya conquista se convierte en el más grande descubrimiento y regalo jamás logrado.