Llegamos a la recta final en nuestra primera serie sobre este importante problema: el fracaso escolar. Hemos hablado de su importancia, de los errores iniciales más frecuentes, de la evaluación y sus técnicas e instrumentos. La idea era sencilla: debes manejar más y mejor información sobre este problema, sólo así tendrás una visión más certera de un asunto que, desde luego, no tiene la última palabra, ni en relación a tu hijo, ni, efectivamente, socialmente hablando.
Nos hemos permitido, incluso, hablar de la naturaleza del problema del fracaso escolar, sobre todo a raíz de un comentario de un educador social. Este definía al fracaso escolar como más bien un fracaso total del sistema.
Ahora toca avanzar en las últimas fases del diagnóstico, en concreto en aquella dedicada a la información que necesitamos de la escuela. ¿Quieres resolver el caso? Pues vamos a ello.
No te olvides de aportar información sobre lo escolar
En el post dedicado a la información familiar comentábamos que sería bueno hacerse con datos relativos a la historia evolutiva, embarazo, parto, nacimiento, crecimiento y estado de salud en general. No te olvides de preguntar, o contar si es tu caso, por todo aquello interesante en relación al crecimiento y la maduración de ese niño. El objetivo no es otro que aportar información relevante para una valoración posterior acertada del caso.
Los momentos idóneos para ello son las entrevistas con la familia. Es muy importante, por ello, construir un clima de confianza que permita que ningún dato sea callado, ninguna información silenciada. Digo esto porque suele ocurrir que determinados datos son ocultados por vergüenza o temor a que quien tenemos delante pueda interpretar en ellos una debilidad por nuestra parte, como familia. Sin embargo, hay que trabajar para que esto no ocurra.
Muchas horas en la escuela valen mucha información
En lo relativo al informe escolar, no se trata tanto de las evaluaciones cuantitativas como la opinión que tienen los profesores respecto a una serie de temas importantes. Vale la pena preguntar por la integración en el grupo, reacción frente al medio escolar, rendimiento en relación a la opinión que tienen los profesores de su capacidad, existencia de alguna anomalía específica observada, etc.
Como ves, no es sólo información sobre calificaciones, algo que en un primer momento podría parecer lo más relevante. Tal vez sea lo menos relevante. De cualquier forma, podemos decir que esta es un dato más. Entender que no todos los que obtuvieron muy buenas notas llegaron lejos y ni que aquellos que obtuvieron malas se estrellaron, nos centra en la cuestión de lo relativo que es un expediente escolar. Las notas no marcan el futuro. Si no, mira y pregunta a tu alrededor.
Es importante crear un clima de confianza
Es importante aquí la colaboración que debe producirse entre escuela y servicios profesionales a los que acude la familia. De nuevo recalcamos el necesario clima de confianza, no siempre obtenido. A veces esta comunicación no se da, o está muy entorpecida, por el celo tan grande que la escuela pone de su trabajo, algo que lleva a la expresión:
- “El único problema que tiene este niño es que no estudia”, o esta otra
- “Su problema es que no atiende en clase”, o también esta otra
- “Va a aprobar por lo civil o por lo criminal” (“criminal” usado en sentido metafórico, lo cual no quita que sea una expresión absolutamente desafortunada).
En la escuela se cuece una buena parte de la personalidad de los niños. Su futuro o su debacle también están relacionados con las influencias de esta escuela que, ciertamente, son positivas, pero también negativas. Ambas forman parte de la realidad.
Aún nos quedan dos episodios para completar esta primera serie sobre el fracaso escolar, uno dedicado a la exploración psicopedagógica y, finalmente, uno donde reflexionaré y pondré algunas objeciones a los tests. ¡No te pierdas el siguiente episodio, será en breve!