Cada semana tres nuevas entregas sobre este interesante tema de los Proyectos de Trabajo y el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP).
Hoy damos un paso adelante, cada vez alimentando más la manera de llevar a la práctica, de entre las muchas posibilidades, esta forma de trabajar en los centros educativos. Ese paso adelante se concreta en los objetivos de un Proyecto de Trabajo, es decir, tratar de responder a la pregunta ¿para qué voy a trabajar por Proyectos?
Y antes de dar ese paso, por si alguien lo duda, los objetivos de esta metodología pueden ser muchos y variados. No estamos ante un tema cerrado ni monofacético. Es una manera de trabajar rica en posibilidades.
Preocupados por el éxito académico, ¿quién no?
El centro de cualquier trabajo por proyectos es que los alumnos consigan los objetivos curriculares, aprendiendo conocimientos y adquiriendo competencias y habilidades, ésas que decimos son importantes para el siglo XXI. Y, por qué no, el objetivo final del ABP es que los alumnos consigan el éxito académico y preparen convenientemente su desarrollo personal y profesional. ¡Que les sirva para la vida!
Esto parece casi de perugrullo, pero o lo es. A veces tenemos la sensación de que muchas de las cosas, tal vez demasiadas, que son enseñadas en la escuela sirven para poco. Esto es terrible, sólo de pensarlo. El tema, sin duda, se relaciona con la naturaleza profunda de lo que hacemos en la escuela, qué y cómo.
Una vez me dijo un amigo que había estudiado en la Universidad de Harvard el Bachelor en Ingeniería y que luego más tarde haría la carrera de Medicina en la Universidad de Stanford -hoy es un reputado cardiólogo-, que sólo por la capacidad que le dio estudiar matemáticas en esta reputada universidad mundial, Harvard, ya le mereció la pena. Digamos que este también es un punto. Mi amigo no trabaja de matemático, pero afirmaba que las matemáticas le hicieron más capaz. ¿Somos capaces de transmitir esto a los más jóvenes hoy? Porque una parte de lo que hacemos en la escuela tiene que ver con ser creíble con todo aquello que proponemos para ser enseñado.
En este sentido, independientemente del contenido a ser enseñado a los alumnos, el ABP nos permite aumentar la motivación de los mismos por cuanto que colocamos poder en éstos, el poder de tomar decisiones, ser más creativos, ganar más autonomía, intercambiar ideas, colaborar más, etc., y todo esto empodera a los alumnos en su aprendizaje.
Aplicabilidad de modelo ABP
Entonces, ¿qué permite realmente el modelo ABP? Una respuesta al núcleo concreto de esta metodología, posibilita la siguiente respuesta: ABP permite que los alumnos sean capaces de aplicar los conocimientos en el mundo real, usando lo que han aprendido para resolver problemas, responder a preguntas complejas y crear recursos y productos innovadores y de calidad.
Hoy el conocimiento de los conceptos y contenidos clave no son suficientes, por sí solos, en la sociedad actual. En los centros educativos, en el trabajo y en sus relaciones cotidianas las personas necesitan tener un pensamiento crítico y analítico, trabajar en colaboración con otros, resolver problemas y organizarse de manera autónoma. Todas estas habilidades pueden ser denominadas “competencias para el éxito”.
Las “competencias para el éxito” se adquieren a través del aprendizaje de contenidos, conceptos e ideas clave. Se aprenden a través de situaciones que ponemos en marcha en las cuales los alumnos son involucrados. Ninguna competencia se aprende en abstracto.
Así, las competencias para el éxito son esenciales para poner en marcha las propuestas didácticas basadas en ABP. Es decir, las competencias no son las hermanitas pobres del sistema, son elementos clave. ¿De qué competencias hablamos por ejemplo? De la capacidad para resolver problemas y preguntas complejas, de la creación de hábitos intelectuales y formas complejas de pensamiento, del desarrollo cualidades personales (perseverancia, creatividad, trabajo autónomo o en equipo).
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